El alto nivel de los profesionales de Medicina en España en general, y en la Región de Murcia en particular, no deja de recibir honores. El incansable y sobresaliente trabajo que se lleva a cabo en las distintas ramas de esta ciencia continúa reconociendo el valor con el que cuenta la Comunidad, ya sea por sus hospitales o por los propios médicos. Entre estos últimos hay dos que no solo están destacando en la Región. Tampoco en España. El murciano Joaquín Moya y el valenciano Vicente J. León han sido nombrados miembros de la Sociedad Europea de Rodilla (EKS). Son los primeros doctores españoles en ingresar en esta prestigiosa organización. Ambos trabajan en el Servicio de Traumatología del hospital Reina Sofía, cuyo jefe de servicio es Patricio Martínez, y son parte de la Unidad de Rodilla junto a otros cuatro compañeros. Esta parte del cuerpo es su especialidad. El doctor murciano Joaquín Moya sabe todos sus secretos.
-¿Cómo empezó todo y por qué sabe tanto de rodillas?
– Murciano de nacimiento, me formé en mi ciudad y estudié la carrera en Pamplona. En ella empecé a tantear el tema de la Traumatología, una especialidad que me gustaba porque siempre practicaba mucho deporte, sobre todo el tenis, y sabía que tenían una relación especial por la cantidad de lesiones que se producen. Pronto me empezó a surgir el interés por toda la rama, más en concreto por la rodilla. Hice la residencia en Madrid, donde llevé a cabo mi tesis y posteriormente tuve la oportunidad de marcharme a Estados Unidos. En Nueva York me seguí formando durante dos años con la rodilla, sobre todo en patología degenerativa, implantes y lesiones deportivas. A los 32 años regresé a Murcia, donde ingresé en el Servicio Murciano de Salud (SMS), y he trabajado en Cartagena, La Arrixaca y este es mi primer año en el hospital Reina Sofía.
-¿Cómo fue el camino hasta llegar a la Sociedad Europea de Rodilla?
-Con Vicente entré en contacto hace unos años y juntos nos hemos ido picando en nuestro interés en la cirugía de rodilla. Hemos llevado a cabo muchos trabajos de investigación, a plantear operaciones conjuntas y, con el tiempo, a intentar entrar en la Sociedad Europea de Rodilla (EKS). No había ningún español y yo había tenido la suerte de recibir una beca de la EKS con la que estuve en distintos centros importantes durante un mes, y ese fue el inicio de todo. Iniciamos la solicitud y nos aceptaron. Yo he entrado como miembro junior y Vicente como miembro senior. Es un verdadero orgullo y te incentiva a seguir publicando, a hacer casos más complejos y, en definitiva, a enamorarte más de la profesión.
-¿Qué tiene que hacer muy bien un traumatólogo para ingresar en la EKS?
-Son tres pilares fundamentales. El primero se basa en realizar un volumen mínimo de entre 50 y 100 cirugías anuales de rodilla. Se trata sobre todo de prótesis, cuando se produce un problema degenerativo, como la artrosis, y esta parte del cuerpo sufre un desgaste de tal magnitud que no se puede rescatar, por lo que hay que poner una pieza artificial. El segundo pilar son las publicaciones realizadas en torno a patología degenerativa de la rodilla. Tienes que hacer una mínimo de diez estudios en los últimos cinco años. Y por último, necesitas una esponsorización o apoyo por parte de dos miembros activos de la EKS y que finalmente todo ese historial sea aprobado en la asamblea para que aprueben tu historial. Que seamos los primeros españoles es una gran satisfacción, pero vendrán muchos más. España tiene un gran nivel de Medicina.
Joaquín Moya: «Ser los primeros españoles en ingresar en la Sociedad Europea de Rodilla es un orgullo, pero vendrán más porque tenemos un gran nivel de medicina»
-Cirugías, estudios, investigaciones, tratamientos nuevos… le da tiempo a todo. Y de la mano de su compañero. ¿En qué están ahora?
-Yo intento operar mucho con Vicente, hacer muchos casos conjuntos, pero no solo con él, sino con otros compañeros de la Unidad de Rodilla, y a nivel científico lo mismo. Ahora estamos inmersos en un estudio, un ensayo clínico en La Arrixaca, para tratar de prevenir una deformidad en la rodilla del neonato. Creemos que con un simple arnés, colocándolo en esta parte del cuerpo lo antes posible, se puede prevenir esta deformidad, que da la cara tarde, cuando ya no se puede prevenir con este aparato y hay que hacer cirugías muy complejas. Además, Vicente y yo hemos fundado el Instituto de Cirugía Avanzada de Rodilla (ICAR) con el objetivo de poder tratar a pacientes que no solo estén en el hospital Reina Sofía y de fomentar la investigación y la cirugía de esta parte. Estos son nuestros retos más próximos.
-La familia ha debido de tener mucho que ver en esta pasión por la profesión.
-Sí, más por parte de mis abuelos. En cierta medida tampoco lo mamé mucho de mis padres. Yo me interesé por la Medicina porque quería ser cirujano. Quería hacer cosas con las manos, no me veía mucho tiempo en una oficina y me gustaba poder arreglar cosas por mí mismo. Dentro de la carrera me acerqué a la Traumatología por eso del deporte, y por ser una especialidad tan versátil y tan amplia.
-Al ser tan extensa… ¿Con qué disfruta más Joaquín?
-Está toda la rama deportiva, que se hacen operaciones por artroscopia, con pequeñas incisiones, que acabas realizando tú mismo con la experiencia que vas ganando. Luego tienes toda la parte de la cirugía sustitutiva, de poner implantes, y todo esto que conlleva operaciones abiertas, más sangrantes, y, en definitiva, más llamativas. A mí me gustan ambas, no tengo preferencias, pero sí que estamos más centrados ahora en esta segunda rama, donde somos un poco más pioneros con técnicas de alineación e implantes. La idea es estar preparado para aplicar un tratamiento que te permita evitar poner una prótesis de rodillas en una persona joven.
Ambos doctores han fundado el Instituto de Cirugía Avanzada de Rodilla (ICAR) para tratar a pacientes que no solo estén en el Reina Sofía y con el fin de de fomentar la investigación
-¿La Traumatología solo le hace disfrutar?
-Hay una parte muy gratificante de nuestra profesión que llega cuando mejoras la calidad de vida del paciente, pero también hay casos más complejos. Hay que saber llevar los fracasos porque cuando las cosas van bien, todo es muy bonito: el paciente está contento y el médico también. Pero todos estos casos complejos implican también que haya un porcentaje alto de complicaciones que pueden surgir y suponen un desastre total tanto para el paciente como para el médico. Eso te lo llevas a casa y te afecta. Tiene su parte muy bonita pero a veces se pasa mal.
-Le ha dado tiempo a aprender y a hacer tantas cosas y tan diferentes que no parece que tenga 38 años. ¿Qué les dice a los jóvenes que están iniciándose en este camino?
-Al principio parece que hay un camino inmenso, y eso hay veces que a uno le tira para atrás. Lo que hay que hacer es centrarse en lo que llega a corto plazo y, sobre todo, poner mucho esfuerzo, trabajo y dedicación. Por mucho que parezca que estás dando pequeños pasos, hay que ser consciente de que todo eso al final cuenta y que nada se consigue de una. Todo es a base de constancia y dedicación. Y también hay una cosa importante que no hay que olvidar: es vital organizarse bien. Uno debe saber el tiempo que tiene que dedicar en cada momento a cada cosa. Yo he sido muy afortunado porque he tenido buenos mentores, uno de ellos Vicente, que no solo es amigo o compañero, sino que es un gran tutor que te ayuda a tomar las decisiones correctas en cada fase de tu carrera.